viernes, 23 de octubre de 2009

Juego Peligroso: capitulo 6

aqi teneis un nuevo capitulo d mi storia, spero q os guste^^

CAPITULO 6:


Pasaron las horas, y nosotros seguíamos hablando. Hablamos de todo: de música, del grupo, las clases y el insti, y de lo más importante: de porqué había estado pasando de mi,
aunque al principio le costó un poco admitirlo y se puso rojo, pero acabó por explicármelo todo. Por suerte para mi, mi padre estaba de viaje hasta el domingo, porque cuando llegue a casa eran mas de la una de la mañana.
-Bueno, hemos llegado a tu casa. Mañana paso a recogerte. Y quédate con la chaqueta, mañana me la devolverás.
Por ultimo, me acompaño hasta la puerta y me besó en la frente despidiéndose de mi.
Por muy mal que lo pasase aquella tarde, había sido el mejor día de mi vida.
Aquella noche dormí de un tirón, aunque seguro que había sido por haber estado horas y horas en compañía de Matt. Pero tanto comer bollos me había pasado factura por la mañana. Sentí como mi estomago se contraía cada dos por tres, y que poco después de levantarme necesite ir al baño urgentemente para vomitarlo todo, pero eso no mejoraría mucho más a lo largo del día.
Al no poder comer nada, me vestí más despacio de lo normal y estuve estudiando para el examen de Historia hasta que fuese la hora de marcharme. Pero en el momento en que ya estaba recogiendo todo para irme, sonó la bocina de un coche. Era más, era el coche en el que Matt me llevó a casa, y por lo que se ve, no mentía cuando me dijo que me recogería al día siguiente. Cogí mi cartera y su chaqueta y salí corriendo por las escaleras para irme ya.
-Ey, buenos días –dijo Matt –Tienes mala cara. ¿Los bollos te sentaron mal?
-¿Cómo lo sabes?
-Por que parece que no hayas dormido en una semana. Estas mas pálida de lo normal, demasiadas ojeras y las mejillas verdes de haber estado vomitando.
-¿Tanto se nota?
-Sí, bastante. Anda monta, pero si te mareas avisa que no quiero limpiar la tapicería de mi coche.
La verdad es que tenia unas pintas horribles. Y creo que él se quedó corto al describirme. Pero de repente, su voz volvió a interrumpir mis pensamientos.
-Bueno Andrea. Te presento a mi hermano Chris. Tiene quince años, y como nuestros padres no están, le tengo que llevar yo al instituto, por desgracia. Anda, saluda enano.
-Hola –dijo Chris, en tono burlón -¿Tu eres la novia de mi hermano no? Encantado.
-No, yo no...yo no salgo con tu hermano –dije, casi sin poder articular palabra –No estamos saliendo juntos...
-Bueno sí, lo que tu digas...
-Enano, anda cállate –dijo Matt, que note como le estaban subiendo los colores al igual que a mi.
Al cabo de veinte minutos llegamos al instituto donde todo el mundo se giró al verme salir del coche de Matt. Incluso Michelle se quedó alucinada, y enseguida me tiró del brazo para pedirme detalles.
-¿Qué paso?¿Te pidió salir?¿ Como es que te ha venido a recoger?
-Resulta que ayer por la noche fui andando a casa, y un atracador me siguió, por lo que el me salvó y me llevo a mi casa. Y hoy no se porqué me ha venido a recoger.
-¡Qué fuerte!¡Amy se va a tirar de los pelos!¿Y que sabes de él?¿Te ha contado algo?¿Sabes ya porque pasaba de ti?
Y yo, durante las horas de clase que tenía con ella me disponía solamente a contestarle todas las preguntas que me hacía.
A la hora de comer terminé rápidamente ya que en la cafetería no estaba Matt, por lo que cogí mis libros para ir a estudiar a la biblioteca. Cuando iba por los pasillos del instituto, completamente vacío a esas horas, oí tres voces, dos de las cuales reconocía, discutiendo sobre algo en la biblioteca.
-Tienes tres días para entregarme a la chica.
-Mi hermano no lo va a hacer, ¡entérate ya!
-¡Cállate Chris! Yo sé lo que tengo que hacer, y estoy solo en esto, ¡así que vete de aquí!
-¡No me voy a ir y dejarte aquí solo!
-¡Vete! Por favor, vete. No quiero que te pase nada.
Entonces Chris salió de la biblioteca, y, por suerte para mi, no me vió. Mientras, Matt y la voz misteriosa siguieron discutiendo.
-No hay ninguna chica –repuso Matt con tono nervioso -¿Cómo te voy a entregar a alguien que no sé ni quién es?
-Mientes. Sabes exactamente a quién me refiero –dijo el hombre misterioso con una voz extremadamente grave –Si no me la entregas en tres días serás tu y tu familia quién sufra las consecuencias. De ella, ya me encargaré yo.
En ese momento me di cuenta de qué chica estaban hablando: de mí. Las lágrimas se me saltaron y salí de allí antes de que me viese nadie. No podía creer que Matt me hubiese mentido. ¿Y quién era el hombre con el que hablaba? Un alumno no podía ser, y un profesor tampoco. ¿Y que querían de mi?¿Todo lo que Matt había hecho por mi el día anterior no era más que un plan?¡No tenia sentido! Salí del instituto a toda prisa hacia mi casa, con las lágrimas ya a la altura de la boca, y con ganas de no haber conocido nunca a Matt, y mucho menos haberme enamorado de él.
Cuando llegué a mi casa, me tiré encima de mi cama a llorar aún más que antes, cuando me sonó el móvil. Era Michelle, pero no se lo quise coger porque no quería hablar con nadie. Como vió que no se lo cogía, me mandó un sms en el que decía que dónde me había metido y que Matt me estaba buscando para llevarme a casa, pero tampoco se lo respondí. Resignada, me levanté de mi cama, fui a la cocina a coger helado de chocolate y me puse en el sofá del salón a ver películas.
Cuando me levanté a dejar la tarrina de helado de nuevo en la cocina sonó el teléfono. Era Matt, y esta vez si se lo cogí:
- ¿Hola?
- Hola Andrea. Soy Matt. ¿Dónde te habías metido?
- ¿Y a ti que te importa?
- Me importa porque se supone que tenía que llevarte a casa.
- Pues no hacía falta porque ya he ido sola.
- ¿Pero has perdido el juicio?¿Y si te hubiese pasado algo?
- Sí, pero no me ha pasado nada, y me voy que tengo que hacer cosas. Adiós.
- Espera...
Pero para entonces ya había colgado. No quería aguantar más mentiras, y no le iba a seguir escuchando. Me cambié de ropa, cogí el coche de mi padre, y me dirigí al local donde ensayaba nuestro grupo. Estuvimos allí hasta las once de la noche, y cuando volví a casa, estaba alguien esperando. Y, como no, era Matt.
-Estaba preocupado por ti –dijo él, todo colorado como un tomate –creía que te había pasado algo, estabas muy rara.
-¿Yo?¿Rara? No me pasa absolutamente nada, estoy perfecta.
-Andrea, no me mientas –me dijo muy serio, casi se le salían los ojos de las órbitas –sé que te pasa algo conmigo, pero no sé que es. Dímelo por favor.
-Vale vale, esta bien. Es que...os he visto a ti y a tu hermano hablando con alguien en la biblioteca y...sé de que estabais hablando. Lo que no sé es por que.
-Andrea, tu no tienes nada que ver con eso.
-¿Ah no?¿Y entonces de quien estabais hablando acaso?¿De Amy?¡Venga ya! Ahora no me mientas tu a mí.
-Vale, te lo explicaré todo, pero mejor que pasemos a tu casa antes porque es muy tarde.
Yo ya estaba de los nervios, con un nudo en la garganta y con ganas de volver a llorar. Pero ese día le iba a dejar las cosas bien claras a Matt. Ya estaba harta de juegos.
Pasamos a mi casa, cerré la puerta con llave y entonces vi a Matt con algo en la mano que no sabia que era.
-¿Pero qué...? –fue todo lo que pude decir, porque acto seguido me puso un pañuelo en la boca con cloroformo y me dormí.

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