martes, 22 de diciembre de 2009

Juego Peligroso Capitulo 10:

CAPITULO 10:

Me desperté en el hospital, con Matt al lado de mi camilla, y pronto comencé a recordar lo sucedido.

-¿Tú me salvaste, verdad? -pregunte débilmente, ya que no tenia fuerzas alguna- Si, fuiste tu.

-¿Cómo te encuentras? Te has dado un buen golpe en la cabeza.

Tenía razón. Tenia toda la nuca vendada y el brazo roto escayolado. Al acordarme un escalofrió me recorrió toda la espalda.

-Bueno, dentro de lo que cabe, no estoy tan mal -dije irónicamente- además de casi partirme el cráneo y desangrarme, ademas de querer morir por que no aguantaba el dolor que me causaba la cabeza y el brazo, todo perfecto. Ahora, ¿me quieres decir que hacías allí espiándome y que era lo que me ha atacado?

- Lo primero de todo, yo no te espiaba. Lo segundo, lo que te ha 'atacado', si a eso lo llamas tú ataque, ha sido un ladrón.

-¿Ah si?¿Entonces que ha echo, si según tú no me ha atacado?

-Te tiro al suelo al comprobar que no tenías dinero y salió huyendo cuando me vió.

-¿Y entonces como me he hecho estas heridas?

-Te las hiciste al caer sobre esos muebles.

-¿De un simple empujón?¿Y como podía tener tanta fuerza ese 'ladrón'?¿Que pasa?¿Hacia levantamiento de pesas cinco veces al día o que? Porque tampoco estaba muy musculoso.

-Te pillaría desprevenida o algo.

-¡Y una mierda!¡Yo estaba preparada para atacar!¡Incluso le tire una piedra a la cabeza y ni se inmutó! Además, 'eso' no era un ladrón.

-Entonces, ¿que era?

-No lo sé, pero tenía garras y los incisivos muy afilados.

-¿Me estás diciendo que te atacó un vampiro? Deberías dejar de pensar y de vestir con ese raro estilo gótico tuyo. O eso, o dejar de ver tantas pelis de terror.

-¡Pero si me iba a morder cuando tu apareciste y le tiraste contra un edificio!

-Deberías seguir mi consejo y dejarte de tantas chorradas, Andrea.

-Sé lo que vi. Tal vez me haya dado un golpe fuerte en la cabeza, pero no me he vuelto loca ni tampoco soy gilipollas.

-Pues estas perdiendo el tiempo, porque te lo estas inventando todo.

-Cuéntamelo Matt. Sé que ocultas algo, y me lo digas o no, acabaré descubriendo cuál es ese secreto que no quieres que nadie sepa. Además, sé que alguien me está buscando, y si tu no me entregas, será tu familia la que pague las consecuencias.

Matt se quedo asombrado ante la posibilidad de que yo tuviese tanta información y como la había conseguido. Así que ahora fue el el que empezó a hacerme preguntas.

-¿Qué...?¿Cómo sabes...?¿Qué sabes de eso y como te has enterado?

-Da igual como me haya enterado. Pero lo sé.

-No da igual -dijo Matt, que empezaba a sulfurarse -Dímelo ahora.

-No.

-¿Cómo que no?

-Como que no. N-O. No te pienso decir nada hasta que tú me cuentes lo que paso en el callejón.

-Ni de coña. Cuéntame tu antes lo que sabes.

-No voy a ceder. O me lo cuentas todo lo que sabes, o no te diré como me he enterado.

-Yo tampoco voy a ceder. Cuéntamelo tu antes.

-Pues disfruta de la decepción.

Ante la posibilidad de que no supiese como me había enterado de los últimos datos que me habían proporcionado, estuvo meditando durante unos minutos, hasta que por fin cedió.

-Está bien -dijo, con cara de abatimiento, propia de quien pierde una batalla, aunque no la guerra- te contaré todo lo que sé y lo que me han dicho, pero aquí no puedo. Hay demasiados espectadores y puede haber algún listillo que lo escuche.

-Está bien. Pero entonces ¿Cuándo y dónde?

-Mañana te dan el alta, debido a que una fiebre esta afectando a otras poblaciones y han trasladado a muchos infectados a este hospital ya que los demás están llenos. No pueden permitirse el riesgo de que contagien a más gente. ¿Te parece bien en mi casa a las 5 de la tarde? Te iré a recoger si lo necesitas.

-No hace falta. Sé ir sola.

A Matt le extrañó, pero también le interesó este dato. Que él recordase, nunca me había llevado a su casa, ni le había dicho dónde estaba ni como llegar. Incluso se llegó a creer que le había espiado y seguido.

-Está bien. Pues allí a esa hora. Es el único sitio donde estamos seguros de mirones. Ya le diré mañana a tu amiga Michelle que cuente en el instituto lo que te ha pasado.

-¡No!¡Mañana hay clase y tengo examen!No puedo faltar.

-Eres demasiado obediente. Tú no vas a ir a ningún sitio en este estado. Es más, voy a ir a recogerte porque no puedes conducir.

Mientras me decía eso me sujetaba para que no me levantase y me fuese del hospital.

-¡Si no lo hago me suspenderán!

-Pues que te suspendan. Tus razones tenías para no acudir. Yo tampoco acudiré y me da igual.

-Claro. A ti te da igual aprobar o suspender, pasar de curso o repetir. Seguro que no tendrás futuro como sigas así.

-Claro que lo tengo. Me voy a dedicar a la música. Sé que es un trabajo arduo y difícil, pero lo conseguiré. Sea como sea.

-Ya, claro...

-Pues entonces quedamos en eso. Me quedaré esta noche contigo y mañana te iré a recoger a las seis y media a tu casa, así que: ¿me podrías decir como se va?

Ya no pude aguantar más, y estalle a reír mientras me miraba con cara de “se ha dado un golpe muy fuerte en la cabeza, pobrecita”. Y se lo fui contando.


0 comentarios:

Publicar un comentario