martes, 22 de diciembre de 2009

Juego Peligroso Capitulo 9:

CAPITULO 9:

Esos días siguientes no tardé nada en dormirme, ya que estaba cansadísima. Por desgracia, una mañana, me quedé más tiempo de lo que debía en la cama, por lo que me duché, me vestí, y me fuí sin desayunar. Bajé al garaje. Me dí cuenta de que mi padre se había llevado el coche al trabajo, y cuando entre en el mío y puse la llave en el contacto, no arrancaba. Genial. Mi sueño se repetía incluso en esto. Así que salí a la carrera hacia el instituto para no llegar tarde. Llegué justo cuando estaba entrando todo el mundo, por suerte. Pasaron las horas, y el profesor de historia nos recordó que al día siguiente teníamos examen. Ese día yo ya sabía lo que iba a pasar, por lo que le iba a decir a alguien que me llevase a casa en cuanto terminásemos las clases. Pasaba de volver a quedarme en la biblioteca y salir por la noche. Así que, como Michelle se había llevado su coche, un Mercedes nada más y nada menos, le dije que si me podía llevar a casa, pero justo cuando nos íbamos ya, me llamó el profesor de historia, que era el tutor de nuestro curso, porque quería hablar conmigo. Pero Michelle tenia prisa y no se pudo quedar. Mierda. Otra vez me iba a pasar lo mismo. Ufff...¡no era justo!

El profesor me estuvo echando una charla de mas de dos horas: que si yo era muy buena estudiante, no solo en historia, sino también en las demás materias; que quería que ganase yo la beca este año para la universidad; y que si yo podía dar clases particulares a un estudiante al que se le daban fatal las matemáticas. Pero como ya me imaginaba, aquel malo estudiante era Matt. Aguanté la charla sin ninguna queja ni comentario, aunque quería matarles a los dos: al profesor por decirme que le diese clases particulares y a Matt por ser tan mal estudiante que se las tenía que dar por narices. Pero en vez de eso le pedí al profesor si podía llevarme a casa, lo que no creo que le costase mucho, debido a que vivía cerca del instituto, pero no pudo, por que tenia que quedarse en el insti revisando unos informes y yo no podía esperarle. Así que salí a la calle ya de noche y me dirigí hacia mi casa. Intente ir por otro camino para llegar a casa pero estaban cortados, así que tuve que volver a pasar por las mismas calles, intentando evitar aquel callejón sin salida.

Pero para entonces, ya era tarde. Un hombre con gabardina negra y sombrero me estaba siguiendo. Necesitaba distraerle para que me perdiese de vista, de modo que me metí por unas cuantas callejuelas, todas sin éxito alguno. Aquel raro individuo todavía me seguía. Intente tranquilizarme y no echar a correr, puesto que entonces iba a caer en su trampa directa. Pero no pude evitarlo. Corrí como nunca lo había hecho, pero no sirvió de nada. Aquel personaje oscuro y peligroso me había seguido, y ahora me había vuelto a acorralar en el mismo callejón que en aquel extraño sueño. Pero no iba a rendirme. Ya no. Me decidí que por mucho que me costase iba a salir de allí sana y salva, e iba a descubrir quien era aquel extraño hombre, sea como fuese. Cogí una piedra del suelo y me puse en posición defensiva. Puse el antebrazo izquierdo delante de mi cara y me preparé para el ataque, mientras que con la mano derecha seguía sosteniendo la piedra, lista para tirársela a la cabeza cuando fuese el momento.

Aquel hombre no llevaba cuchillos, pistolas ni nada parecido. En vez de eso, llevaba garras en vez de manos y dejo entrever unos puntiagudos incisivos. La sangre se me heló. ¿Qué era aquel hombre?¿Un vampiro?¡No tenía sentido!Eso no era posible. Los vampiros eran seres mitológicos y sobrenaturales. Nunca habían existido y yo lo sabía mejor que nadie. Aunque aquel tema me apasionaba, nunca había estado tan asustada en toda mi vida. Ni siquiera era capaz de gritar para pedir socorro. Tal vez en el sueño también fue igual, pero entonces no vi ni oí nada, hasta que Matt vino a salvarme. Pero esta vez no iba a aparecer, ni quería que lo hiciese. Me prepare para la lucha y me acerqué al vampiro, todavía muerta de miedo, aunque dentro de poco lo estaría, pero de verdad. Le tiré la piedra, lo que no le hizo ningún daño, y con lo que tampoco conseguí distraerle para escapar. Así que me dispuse a intentar pegarle un puñetazo, cuando me cogió el brazo y me lo rompió, justo antes de tirarme contra la pared y caer sobre un montón de viejos muebles. Yo aullaba de dolor por el brazo roto, pero también estaba a punto de desmayarme, debido a que me había abierto la cabeza contra uno de los muebles. Al tocarme la cabeza y ver toda la sangre en mi mano, el vampiro empezó a relamerse y se quito el sombrero y la gabardina, con lo que pude ver por fin su rostro, aunque borroso, debido a la perdida de sangre que estaba sufriendo. Me disponía a sucumbir cuando él estaba a punto de morderme, pero alguien apareció de repente, le cogió y le tiró contra un edificio. Creía que era Matt, y supuse bien. Y después me desmayé.

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